El rey de Egipto no volvió a salir de su país, pues el rey de Babilonia se había apoderado de todo el territorio que le pertenecía, desde el Wadi de Egipto hasta el río Éufrates.
Entregaré a Sedequías, rey de Judá, y a sus funcionarios a sus enemigos que intentan matarlos, al ejército del rey de Babilonia que había detenido su ataque contra ustedes.
Esto es lo que el Señor, el Dios de Israel, te manda decir al rey de Judá, que te ha enviado a pedirme ayuda: ¡Mira! El ejército del faraón, que salió en tu ayuda, va a regresar a Egipto.
“Sin embargo, este rey se rebeló contra Babilonia y envió embajadores a Egipto para pedirle ayuda, suministrándole caballos y muchos soldados. ¿Le irá bien? ¿Tendría éxito alguien que actúa así? ¿Podría romper un acuerdo y no ser castigado?’
El faraón, con su poderoso ejército de muchos soldados, no le ayudará en la batalla, cuando se amontonen las rampas de ataque y se construyan los muros de asedio y acabe muriendo mucha gente.