“¿Acaso Ezequías, rey de Judá, o cualquier otra persona del país, lo hizo matar? ¿No respetó Ezequías al Señor y le suplicó? ¿No cambió el Señor de opinión sobre el desastre que había anunciado contra ellos? Pero nosotros estamos a punto de provocar un gran desastre”.
Mi Dios envió a su ángel para cerrar la boca de los leones. No me han hecho daño porque he sido hallado inocente a sus ojos. Además, nunca le he hecho ningún mal, Su Majestad”.
Y si he cometido algo que merezca la muerte, no pido ser perdonado de la sentencia de muerte. Pero si no hay pruebas para estas acusaciones que ellos hacen contra mí, entonces nadie tiene derecho a entregarme a ellos. ¡Yo apelo al César!”