De hecho, aunque ustedes pudieran matar a todo el ejército babilónico que los ataca, dejando sólo a los hombres heridos en sus tiendas, igual se levantarían y quemarían esta ciudad.
Pero tú eres arrojado de tu tumba como una rama que nadie quiere, enterrado bajo los cuerpos de los muertos por la espada. Eres como un cadáver pisoteado. Te han arrojado a un pozo lleno de piedras.
Uno solo de ellos perseguirá a mil de ustedes. Sólo cinco de ellos os harán huir a todos. Todo lo que quede de ustedes parecerá una bandera ondeando en la cima de una montaña, un estandarte ondeando en una colina.
Porque estoy decidido a traer un desastre sobre esta ciudad, y no bendiciones, declara el Señor. Será entregada al rey de Babilonia, que la destruirá con fuego.
Los babilonios que están atacando la ciudad van a venir y la van a incendiar. La quemarán, incluso las casas de la gente que me hizo enojar quemando incienso a Baal en sus azoteas, y derramando libaciones en adoración de otros dioses.
Así que escucha lo que el Señor ha planeado hacer a Edom y al pueblo de Temán: Sus hijos serán arrastrados como corderos del rebaño, y por su culpa sus pastos se convertirán en un páramo.
Así que escucha lo que el Señor ha planeado hacer a Babilonia y al país de Babilonia: Sus hijos serán arrastrados como corderos del rebaño, y por su culpa sus pastos se convertirán en un páramo.
El Señor hizo a un lado a todos mis fuertes soldados que me defendían. Convocó un ejército para atacarme, para aplastar a mis jóvenes. El Señor ha pisoteado a la virgen hija de Judá como a las uvas en un lagar.
El Señor alza la voz y da órdenes, al frente de su ejército. Sus tropas son innumerables, y los que siguen sus órdenes son poderosos. El día del Señor es terrible. ¿Quién puede resistirlo?