“No lo ataquemos ni lo matemos”, sugirió. “No lo asesinen, sólo arrójenlo a esta fosa aquí en el desierto. No necesitamos ser culpables de violencia”. Rubén dijo esto para poder regresar más tarde y rescatar a José de ellos y llevarlo a casa con su padre.
Entonces los dirigentes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: “Este hombre no merece la pena de muerte, porque hablaba en nombre del Señor, nuestro Dios”.
Baruc leyó del pergamino lo que Jeremías había dictado para que todos pudieran oírlo. Lo leyó desde la habitación del escriba Gemarías hijo de Safán. Ésta se encontraba en el patio superior del Templo, a la entrada de la Puerta Nueva.
bajó a la habitación del secretario real en el palacio del rey, donde se habían reunido todos los funcionarios. Estaban allí el secretario Elisama, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Jananías y todos los demás funcionarios.