“Ahora que estamos recibiendo todo este castigo a causa de nuestras acciones pecaminosas y nuestra terrible culpa – aunquetú, nuestro Dios, no nos has castigado tanto como merecen nuestros pecados, y aún nos has dado este remanente—
Pero si Dios quiere guardar silencio, ¿quién puede condenarlo? Si decide ocultar su rostro, ¿quién podrá verlo? Ya sea que se trate de una nación o de un individuo,
La cavó, limpió el suelo de piedras y la plantó con las mejores vides. En medio de ella construyó una torre de vigilancia, y también excavó un lagar a partir de la roca. Luego esperó una buena cosecha de uvas, pero sólo produjo uvas silvestres y agrias.
¡Ciertamente tienes tantos dioses como ciudades, Judá! Has construido altares vergonzosos, altares para quemar incienso a Baal. Tienes tantos altares como las calles de Jerusalén.
¿Por qué mi dolor no cesa nunca? ¿Por qué mi herida es incurable? ¿Por qué no se puede curar? Realmente te has convertido en un arroyo estacional para mí, una fuente de agua poco fiable.
Tu propia maldad te disciplinará; tu propia desobediencia te dará una lección. Piénsalo y reconocerás qué amargo mal es para ti abandonar al Señor tu Dios y no respetarme, declara el Señor Dios Todopoderoso.
Todos tus amantes se han olvidado de ti; ya no se molestan en buscarte, porque te he golpeado como si fuera tu enemigo, la disciplina de una persona cruel, por lo malvado que eres, por tus muchos pecados.
Aun así, todo el que te destruya será destruido. Todos tus enemigos, hasta el último, serán enviados al exilio. Los que te saquearon serán saqueados, y todos los que te robaron serán robados.
Pero yo te devolveré la salud y sanaré tus heridas, declara el Señor, porque la gente dice que has sido abandonada y que nadie se preocupa por ti, Sión.
Los que la odiaban ahora la controlan; sus enemigos gozan de vida, porque el Señor la ha hecho sufrir por todos sus pecados de rebeldía. Sus hijos han sido llevados como prisioneros del enemigo.
¿Qué puedo decirte? ¿Con qué te compararé, hija de Jerusalén? ¿A qué puedo decir que te pareces para consolarte, virgen hija de Sión? Porque tu herida es tan grande como el mar; ¿quién podrá curarte?
Soportaré el enojo del Señor porque he pecado contra él. Pero después él peleará mi caso y me hará justicia. Él me traerá a la luz, y yo veré su integridad.
No hay forma de sanar tus lesiones, y estás herido de gravedad. Todos los que oyen esta noticia aplaudirán por lo que te ha sucedido, porque ¿acaso hay quien haya escapado de tu constante crueldad?