Pidieron una bendición sobre ella diciendo: “Nuestra querida hermana, que seas la madre de miles de descendientes, y que tus hijos conquisten a sus enemigos”.
Así que mi mejor consejo es que las viudas que son más jóvenes se casen y tengan hijos y se ocupen del hogar. Así no habrá oportunidad para la crítica que proviene del Enemigo.
Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Casó a sus hijas con hombres de otras tribus, y trajo a treinta esposas de otras tribus para que se casaran con sus hijos. Ibzán dirigió a Israel como juez durante siete años.
Volvió a su casa y les dijo a su padre y a su madre: “Una mujer filistea en Timná me ha llamado la atención. Tráiganmela porque quiero casarme con ella”.