Durante el reinado de Peca, rey de Israel, Tiglat-Pileser, rey de Asiria, invadió y capturó Iyón, Abel-Bet-Macá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad, Galilea y toda la tierra de Neftalí, y llevó al pueblo a Asiria como prisioneros.
La ciudad fortificada desaparecerá de Efraín, Damasco ya no será un reino, y los que queden de los arameos serán como la gloria perdida de Israel, declara el Señor Todopoderoso.
Esa flor marchita de maravillosa belleza, asentada sobre un valle fértil, será como los higos maduros antes de la cosecha de verano: tan pronto como la gente los descubra, los agarrará y los comerá.
Esto es lo que dice el Señor: El pueblo de Damasco ha pecado en repetidas ocasiones y por ello no vacilaré en castigarlos, porque golpean al pueblo de Galaad con trillos de hierro.
Yo romperé las puertas de Damasco, reduciré el número de los habitantes del Valle de Avén, y al gobernante de Bet Eden. El pueblo de Arán será deportado como prisionero hacia la tierra de Quir, dice el Señor.
¿No debería yo estar preocupado por la gran ciudad de Nínive, donde habitan ciento veinte mil personas que no saben dónde está su derecha y dónde está su izquierda, sin mencionar a los animales?”
Pero incluso antes de que los niños nacieran, y antes de que hubieran hecho algo bueno o malo, (a fin de que pudiera continuar el propósito de Dios, demostrando que el llamado de Dios a las personas no está basado en la conducta humana),
Sus hijos pequeños que afirmaban que se convertirían en prisioneros, sus hijos que en ese momento no distinguían el bien del mal, serán los que entren en la tierra que yo les daré, y la ocuparán.