¿Acaso un hacha dice que es más importante que la persona que la afila? ¿Acaso una sierra se jacta de ser más grande que la persona que la usa? Sería como si una vara agitara a la persona que la sostiene, o un bastón levantara a una persona, que ciertamente no es de madera.
El Señor responde: “¿No te has enterado? Lo decidí hace mucho tiempo; lo planeé en los viejos tiempos. Ahora me estoy asegurando de que ocurra, de que derribes las ciudades fortificadas hasta convertirlas en montones de escombros.
Estoy llamando a un ave de rapiña del este, un hombre de un país lejano que llevará a cabo mi plan. He hablado, y me aseguraré de que así sea. He hecho mi plan y lo llevaré a cabo.
Ninguna de las armas forjadas contra ti tendrá éxito, y condenarás a cualquiera que te acuse. Así son bendecidos los siervos del Señor, y yo soy el que los reivindica, declara el Señor.
“Tú no tendrías ningún poder a menos que se te conceda desde arriba”, le respondió Jesús. “Así que el que me entregó en tus manos es culpable de mayor pecado”.