Nada causará daño ni perjuicio en ninguna parte de mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, de la misma manera que el agua llena el mar.
En ese momento su pueblo dirá: “¡Mira! Este es nuestro Dios; hemos confiado en él y nos ha salvado. Este es el Señor que buscábamos. Ahora podemos alegrarnos y celebrar la salvación que nos trae”.
El Señor gritará para que todos lo oigan, y revelará su gran poder. Golpeará con su cólera y furia, con un fuego consumidor y con lluvia torrencial, tormenta y granizo.
¡Abandona Babilonia! ¡Huye de Babilonia con gritos de alegría! Hacedlo saber a todos, diciendo a toda la tierra: “¡El Señor ha redimido a su siervo Jacob!”
Él dice: “No es gran cosa que seas mi siervo para hacer volver a las tribus de Jacob, a ese pueblo de Israel que he conservado. También voy a hacer de ti una luz para los extranjeros, para que mi salvación llegue a todos”.
¡Por favor, despierta, despierta! ¡Usa tu fuerza, poderoso Señor! Actúa como en los viejos tiempos, en las generaciones anteriores. ¿No fuiste tú quien cortó a Rahab en pedazos, ¿quién mató a ese monstruo marino?
Miró a su alrededor, y se horrorizó al ver que no había nadie que hiciera nada al respecto, así que intervino él mismo, y su sentido de lo que era justo le hizo seguir adelante.
No puedo callar por mi amor a Sión, no puedo callar por mi amor a Jerusalén, hasta que su integridad brille como un rayo de luz, hasta que su salvación arda como una antorcha.
Miré a mi alrededor, pero nadie vino a ayudarme; me sorprendió que no hubiera nadie que me asistiera. Así que los salvé sólo con mi fuerza, y mi propia ira me mantuvo en pie.
Él se levantará y alimentará a su rebaño con la fuerza del Señor, en la majestad del nombre del Señor su Dios. Ellos vivirán seguros porque su grandeza es reconocida en todo el mundo.
Porque eso es lo que el Señor nos ha mandado a hacer: ‘Yo los he convertido en luz para los extranjeros, y a través de ustedes la salvación llegará hasta los fines de la tierra’”.
Entonces vi a otro ángel que volaba por en medio del cielo. Tenía el evangelio eterno para que se anunciara a los habitantes de la tierra, a cada nación, tribu, lengua y pueblo.
¿Quién no te rendiría reverencia, oh, Señor? ¿Quién es el que no glorificaría tu nombre? Pues solo tú eres santo. ¡Todas las naciones vendrán a adorarte porque has demostrado con tus actos que eres justo!”