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Referencias Cruzadas
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Isaías 51:6

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Mira a los cielos y mira a la tierra de abajo. Los cielos desaparecerán como el humo, la tierra se desgastará como la ropa vieja. Los pueblos que la habitan morirán como moscas, pero mi salvación durará para siempre, y mi camino de bondad y de derecho nunca será destruido.

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27 Referencias Cruzadas  

Pero el gran amor de Dios durará para toda la eternidad con aquellos que le siguen; su bondad perdurará por todas las generaciones,

Su honor y majestad son revelados por sus actos; su bondad perdura para siempre.

Haré temblar los cielos y haré que la tierra salte de su lugar a causa de la furia del Señor Todopoderoso, en el momento en que arda su ira.

Él será su apoyo constante durante toda su vida, una fuente abundante de salvación, sabiduría y conocimiento. La reverencia al Señor es lo que enriquece a Sión.

El sol, la luna y las estrellas del cielo se desvanecerán, y los cielos se enrollarán como un pergamino. Todas las estrellas caerán como hojas secas de una vid, como higos secos de una higuera.

Mira los cielos. ¿Quién ha creado todo esto? Él dirige las estrellas como un ejército, y llama a cada una por su nombre. Porque tiene un gran poder y una fuerza increíble, no falta ni una sola de ellas.

Pero Israel será salvado por el Señor con una salvación que dura para siempre. No se avergonzará ni caerá en desgracia por toda la eternidad.

El Señor Dios me defiende. ¿Quién va a declararme culpable? ¡Miren! Los que lo intenten se desharán como la ropa vieja, devorada por las polillas.

Las polillas se los comerán como si fueran ropa; los insectos los masticarán como si fueran lana. Pero mi bondad durará para siempre, mi salvación perdurará por todas las generaciones.

Aunque los montes dejen de existir y las colinas desaparezcan, no por ello dejará de existir mi amor confiable por ti ni desaparecerá mi acuerdo de paz, dice el Señor, que te muestra su bondad.

Para mí, esto es igual que el tiempo de Noé, cuando prometí bajo juramento que un diluvio no volvería a cubrir la tierra. Del mismo modo, prometo bajo juramento que no me enfadaré contigo ni te regañaré.

“Se han asignado setenta semanas a tu pueblo y a tu ciudad santa para hacer frente a la rebelión, para poner fin al pecado, para perdonar la maldad, para traer la bondad eterna, para confirmar la visión y la profecía, y para ungir el Lugar Santísimo.

El cielo y la tierra podrán perecer, pero mis palabras no morirán.

Les digo la verdad: aquellos que siguen lo que yo digo y creen en Aquél que me envió, tienen vida eterna. Ellos no serán condenados, sino que habrán pasado de la muerte a la vida.

Cuando miren al cielo y vean el sol, la luna y las estrellas -todos los cuerpos celestes- no se sientan tentados a inclinarse ante ellos. No los adoren como todas las demás naciones de la tierra en la forma que el Señor ha permitido.

Quiera nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios el Padre (quien por medio de su gracia nos dio seguridad eterna y fiel esperanza),

Y cuando su experiencia culminó, se convirtió en la fuente de salvación eterna para todos los que hacen su voluntad,

Él no entró por medio de la sangre de cabras y becerros, sino por medio de su propia sangre. Entró una sola vez y por todas, en el Lugar Santísimo, liberándonos para siempre.

Por eso él es el mediador de una nueva relación de pacto. Puesto que la muerte ha ocurrido para liberarlos de los pecados cometidos bajo la relación del primer pacto, ahora los que son llamados pueden recibir la promesa de una herencia eterna.

Entonces vi un gran trono blanco con Uno sentado en él. El cielo y la tierra desaparecieron, y no existían más.




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