Entonces Dios animó a los jefes de familia de Judá y Benjamín, así como a los sacerdotes y a los levitas, a ir y reconstruir el Templo del Señor en Jerusalén.
Aunque el Señor les dé a comer el pan de la penuria y a beber el agua del sufrimiento, su maestro ya no se esconderá de ustedes: lo verán con sus propios ojos.
Él será su apoyo constante durante toda su vida, una fuente abundante de salvación, sabiduría y conocimiento. La reverencia al Señor es lo que enriquece a Sión.
¡Abandona Babilonia! ¡Huye de Babilonia con gritos de alegría! Hacedlo saber a todos, diciendo a toda la tierra: “¡El Señor ha redimido a su siervo Jacob!”
Pero esto es lo que dice el Señor: Hasta los prisioneros de los guerreros serán recuperados; hasta el botín será recuperado de un dictador. Lucharé con tus enemigos y rescataré a tus hijos.