Salió al encuentro de Asa y le dijo: “Escúchame, Asa y todo Judá y Benjamín. El Señor está con ustedes mientras estén con él. Si lo buscan, lo encontrarán; pero si lo abandonan, él los abandonará a ustedes.
No he hablado en secreto en un lugar oscuro. No se lo he dicho a los descendientes de Jacob: Búscame en un lugar donde no se pueda encontrar a nadie. Yo, el Señor, digo la verdad: digo lo que es justo.
Escuchen esto, descendientes de Jacob, llamados por el nombre de Israel, y que provienen del linaje de Judá. Escuchen, ustedes que juran por el nombre del Señor, o que invocan al Dios de Israel, pero no verdadera ni sinceramente.
Escúchame, tú que sabes lo que es correcto y que realmente has aceptado mis enseñanzas. No tengan miedo de los insultos de la gente -sólo son humanos- ni se asusten por su lenguaje abusivo.
Miren al Señor, todos ustedes, habitantes de la tierra que son humildes y siguen sus mandamientos. Procuren hacer lo recto, y traten de vivir con humildad. Quizás serán protegidos en el día de la ira del Señor.
Ellos no comprenden cómo Dios nos hace justos, y tratan de justificarse a sí mismos. Se niegan a aceptar la manera en que Dios justifica a las personas.
Amigos míos, no considero que ya lo haya ganado, pero este es mi único objetivo: quitando la vista de lo que está atrás, me dispongo a alcanzar lo que está frente a mí.
Pero tú, como hombre de Dios, debes alejarte de tales cosas. Debes procurar hacer lo recto, practicar la verdadera religión, y confiar en Dios. Que tu objetivo sea amar, ser paciente y manso.
Huye de todo lo que incite tus deseos juveniles. Busca las cosas justas y rectas, busca el amor y la paz así como a los que son cristianos y verdaderos.