por la pérdida de la tierra de mi pueblo. Lloren porque ahora está cubierta de espinas y zarzas, lloren por la pérdida de todos los hogares felices y las ciudades alegres.
Ya no hay fiesta ni alegría en los huertos y campos de Moab. He detenido el jugo de uva que fluye de los lagares. Nadie grita de alegría al pisar las uvas. No, sus gritos ahora no son de alegría.
Enviaré una hambruna para que haya escasez de pan. Un horno servirá para las necesidades de diez mujeres que hacen pan. Se distribuirá por peso para que coman, pero no tendrán suficiente.
“Si dedicas parte de tu tierra al Señor, entonces su valor se determinará por la cantidad de semilla necesaria para sembrarla: cincuenta siclos de plata por cada homer de semilla de cebada utilizada.
Han sembrado mucho pero han cosechado poco. Comen, pero están hambrientos. Beben, pero aún están sedientos. Se visten, pero tienen frío. Tú trabajas duro para ganar tu dinero, pero lo echas en un saco lleno de agujeros.
¿cómo eran sus vidas? Esperaban un granero lleno con viente medidas pero solo encontraron diez. Pensaron que podían vaciar cincuenta medidas del lagar pero solo había veinte.