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Referencias Cruzadas
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Isaías 48:2

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Ustedes dicen que son de la Ciudad Santa y afirman que confían en el Dios de Israel, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso.

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25 Referencias Cruzadas  

Los líderes del pueblo ya vivían en Jerusalén. El resto del pueblo echó suertes para que uno de cada diez viniera a vivir a Jerusalén, la ciudad santa, mientras que los otros nueve se quedarían en sus propias ciudades.

El número total de sacerdotes en la ciudad santa era de 284.

¡El Señor es supremo! Merece la alabanza en la ciudad santa de nuestro Dios.

¡Muchas cosas maravillosas te son dichas, ciudad de Dios! Selah.

En ese momento, los que queden en Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob ya no confiarán en los que los traicionan, sino que confiarán verdaderamente en el Señor, el Santo de Israel.

Nuestro Redentor -su nombre es el Señor Todopoderoso- es el Santo de Israel.

¡Te has olvidado del Señor, tu Hacedor, que extendió los cielos y que puso los cimientos de la tierra! Por eso tiemblas de miedo todo el día, porque te amenaza la ira de los que te oprimen, queriendo destruirte. Pero, ¿dónde están ahora tus opresores y su ira?

Porque yo soy el Señor, tu Dios, que agita el mar para que rujan sus olas. El Señor Todopoderoso es su nombre.

¡Despierta, despierta, Sión! ¡Sé fuerte! Ponte tus mejores galas, Jerusalén, la ciudad santa. Los extranjeros paganos no volverán a entrar en ti.

El Dios de Jacob no es como esos ídolos, porque él es el Creador de todo, e Israel es la tribu que le pertenece. El Señor Todopoderoso es su nombre.

“Por favor, habla con el Señor en nuestro favor porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos está atacando. Tal vez el Señor haga algún milagro por nosotros como todos los que solía hacer, para que Nabucodonosor se retire de nosotros”.

“Pero aun así, escuchen lo que dice el Señor, todo el pueblo de Judá que vive aquí en Egipto: Les garantizo por todo lo que soy, dice el Señor, que ninguno de ustedes que vive en Egipto usará jamás mi nombre ni jurará: ‘Vive el Señor Dios’.

“Se han asignado setenta semanas a tu pueblo y a tu ciudad santa para hacer frente a la rebelión, para poner fin al pecado, para perdonar la maldad, para traer la bondad eterna, para confirmar la visión y la profecía, y para ungir el Lugar Santísimo.

Sus líderes juzgan por soborno y sus sacerdotes predican según el precio pagado. Aún así se apoyan en el Señor y dicen: “¿Acaso no está el Señor aquí con nosotros? ¡Nada malo puede sucedernos!”

Y después de la resurrección de Jesús, estos salieron de los cementerios y entraron a la ciudad santa donde muchos los vieron.

Entonces el diablo lo llevó hasta la ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo.

¿Qué hay de ti, que te llamas judío? Confías en la ley escrita y te jactas de tener una relación especial con Dios.

No midas el patio que está fuera del Templo, déjalo, porque ha sido entregado a las naciones. Ellas pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.

Y vi la santa ciudad, Nueva Jerusalén, descendiendo desde el cielo de Dios, preparada como una novia, embellecida para su esposo.

Si alguno quita las palabras proféticas de este libro, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y de la ciudad santa que se describe en este libro.

“Estoy seguro de que el Señor me bendecirá ahora, porque tengo un levita como sacerdote”, concluyó Miqueas.




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