¡Si hubieras escuchado atentamente lo que te he dicho! Entonces tus bendiciones habrían fluido como un río, y la bondad te habría bañado como las olas del mar.
Aquí mismo, nuestro majestuoso Señor será como un lugar de amplios ríos y aguas que ningún barco enemigo con remos puede cruzar, ningún gran barco puede pasar.
¿Quién dejó que Jacob fuera tomado como botín; quién dejó que Israel fuera tomado por ladrones? ¿No fue el Señor contra quien pecamos? El pueblo no estaba dispuesto a seguir sus caminos, y se negaba a obedecer su ley.
Que la lluvia caiga del cielo, que la bondad caiga de las nubes, que la tierra se abra para recibir la bondad y la salvación para que crezcan juntas. Yo, el Señor, los he creado.
¡Yo celebraré felizmente en el Señor! Todo mi ser gritará alabanzas a mi Dios. Porque me ha vestido con ropas de salvación, y me ha envuelto en un manto de bondad. Soy como un novio vestido para la boda, como una novia que lleva sus joyas.
No puedo callar por mi amor a Sión, no puedo callar por mi amor a Jerusalén, hasta que su integridad brille como un rayo de luz, hasta que su salvación arda como una antorcha.
Esto es lo que dice el Señor: ¡Mira! Voy a darle paz y prosperidad como un río que fluye, la riqueza de las naciones como un arroyo que se desborda. Te amamantará y te llevará en su cadera y jugará contigo en sus rodillas.
Siembren ustedes mismos lo bueno y cosecharán amor incondicional. Rompan la tierra sin arar. Es hora de ir al Señor hasta que venga y haga llover bondad sobre ustedes.
¡Oh Jerusalén, Jerusalén, tu matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Tantas veces he querido reunir a tus hijos así como una gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, pero no me dejaste.