Te salvaré a ti y a esta ciudad del rey de Asiria. Defenderé esta ciudad.
El Señor salvó a Ezequías y al pueblo de Jerusalén del rey Senaquerib de Asiria y de todos los demás enemigos, dándoles paz en todos los sentidos.
Griten con fuerza y cantad de alegría, pueblos de Sión, porque el Santo de Israel es grande y está entre ustedes”.
Yo defenderé esta ciudad y la salvaré, por mí y por mi siervo David”.
Pero el Señor estuvo conmigo y me dio fuerzas para declarar todo el mensaje, de modo que los extranjeros pudieron oírlo. ¡Fui rescatado de la boca del león!