¡No puedes hacer algo así! No puedes matar a las personas buenas junto con las malvadas, pues estarías tratando a buenos y malos del mismo modo. ¡No puedes actuar así! ¿No actuará con justicia el Juez de toda la tierra?”
En este momento soy débil, a pesar de haber sido ungido como rey, y estos hombres, los hijos de Sarvia, son demasiado poderosos para mí. Pero que el Señor pague al hombre malo según el mal que haya hecho”.
Dijo: “¡Cuidado! Voy a traer el desastre sobre ti y destruiré a tu descendencia. Mataré a todo varón del linaje de Acab, tanto esclavo como libre, en todo Israel.
Castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su pecado, dice el Señor. Acabaré con el engreimiento de los arrogantes, y humillaré a los tiranos y su orgullo.
Ningún bebé morirá a los pocos días, y ningún adulto morirá sin haber vivido una larga vida. Los que lleguen a los cien años serán considerados como simples niños, y los que no lleguen a los cien serán vistos como si estuvieran bajo una maldición.
Voy a pagarles por sus propios pecados y por los de sus antepasados, dice el Señor, porque quemaron incienso en los montes y me ridiculizaron en las colinas. Voy a medir en sus regazos el pago completo por lo que han hecho.
“Es la persona que peca la que morirá. Un hijo no pagará por los pecados de su padre, y un padre no pagará por los pecados de su hijo. Las consecuencias buenas de vivir bien llegarán a los que son buenos; las consecuencias malas de la maldad llegarán a los que son malos.
Yo, el Señor, he hablado. Pronto llegará el momento en que haré lo que digo. No cambiaré de opinión ni mostraré piedad, no me detendré. Te juzgaré por tu actitud y tus acciones, declara el Señor Dios”.
Si les digo a los malvados: ‘Son malvados, van a morir’, pero no les adviertes que cambien lo que hacen, entonces morirán en sus pecados y te haré responsable de sus muertes.
Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo. Y cada uno de nosotros recibirá lo que merece por lo que hayamos hecho en esta vida, ya sea bueno o malo.