Castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su pecado, dice el Señor. Acabaré con el engreimiento de los arrogantes, y humillaré a los tiranos y su orgullo.
Pero entonces todos tus enemigos serán como polvo fino; todos tus crueles opresores, como paja que se lleva el viento. Entonces, de repente, en un abrir y cerrar de ojos,
Lamerán el polvo como las serpientes, y serán como reptiles que se arrastran sobre la tierra. Saldrán temblando de sus castillos para encontrarse con el Señor nuestro Dios, temerosos y aterrorizados ante él.
Después de esto, cada sobreviviente de las naciones que atacaron a Jerusalén irán allí a adorar al Rey, al Señor Todopoderoso, y a celebrar la Fiesta de las Enramadas.
Y al mismo tiempo hubo un gran terremoto, y una décima parte de la ciudad colapsó. Siete mil personas murieron en ese terremoto, y el resto de la gente estaba llena de horror, y daba gloria al Dios del cielo.