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Referencias Cruzadas

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Isaías 24:23

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La luna tendrá vergüenza y el sol ocultará su rostro abochornado, porque el Señor Todopoderoso reinará con gloria en el monte Sión y en Jerusalén en presencia de sus dirigentes.

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36 Referencias Cruzadas  

¡El Señor reina! ¡Qué la tierra se alegre, y que las costas distantes se llenen de alegría!

Miriam les cantó: “¡Canten al Señor, porque él es supremo! Ha arrojado al mar a los caballos y a sus jinetes”.

Griten con fuerza y cantad de alegría, pueblos de Sión, porque el Santo de Israel es grande y está entre ustedes”.

Las estrellas de las constelaciones del cielo no brillarán. Cuando el sol se levante, quedará oscuro. La luna no dará luz.

La luna brillará tanto como el sol, y el sol brillará siete veces más, como si hubiera siete días de luz en uno. Así será cuando el Señor venda las lesiones de su pueblo y sane las heridas que le causó.

Verán al rey con su maravillosa apariencia, y contemplarán una tierra que se extiende a lo lejos.

Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey. Él es quien nos salvará.

¡Qué espectáculo tan maravilloso en las montañas es el que corre a traer buenas noticias, anunciando la paz y la buena nueva, anunciando la salvación, diciendo a Sión: “Tu Dios reina!”

Levántate y brilla, porque ha llegado tu luz; la gloria del Señor se ha levantado sobre ti.

No necesitarás la luz del sol durante el día, ni la luz de la luna por la noche, porque el Señor, tu Dios, será tu luz eterna, y tu Dios será tu gloria.

Tu sol no se pondrá nunca, y tu luna no se apagará jamás, porque el Señor será tu luz eterna, y tu tiempo de luto terminará.

La distancia alrededor del exterior de la ciudad será de 18.000 codos. Desde ese día el nombre de la ciudad será “El Señor está allí”.

Pero los consagrados al Altísimo recibirán finalmente el reino. Ellos poseerán el reino para siempre, por los siglos de los siglos”.

Entonces el derecho a gobernar, el poder y la grandeza de todos los reinos bajo el cielo serán entregados a los consagrados al Altísimo. Su reino durará para siempre, y todos los que gobiernan le servirán y obedecerán”.

El sol se oscurecerá, y la luna se pondrá roja como la sangre, a medida que se aproxima el grande y terrible día del Señor”.

El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas dejarán de brillar.

Los que han sido salvados subirán al monte de Sión y gobernarán las montañas de Esaú. Y el reino será del Señor.

Yo haré de los que quedan y de los inválidos una nación fuerte, y el Señor los gobernará desde el Monte de Sión por siempre y para siempre.

Ese día no habrá frío ni heladas.

Será un día continuo (solo el Señor sabe cómo esto puede ocurrir). No habrá ni día ni noche, porque aún en la noche habrá luz.

Estén felices y celebren, pueblo de Sión! ¡Grita, pueblo de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti. Él hace lo recto y trae la salvación; es humilde, viene montado sobre un asno—en realidad sobre un potro, que es la cría de un asno.

“Pero justo después de estos días de persecución, el sol se oscurecerá, la luna no brillará, las estrellas caerán del cielo, y las potencias del cielo se conmoverán.

Venga tu reino. Que tu voluntad sea hecha en la tierra como se hace en el cielo.

No dejes que seamos tentados a hacer el mal, y sálvanos del Maligno.

Pero ustedes han llegado al Monte de Sión, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, con sus miles y miles de ángeles.

Entonces el segundo ángel hizo sonar su trompeta, y desde el cielo se oyeron voces gritando, y decían “El reino del mundo se han convertido en el reino de nuestro Señor, y de Cristo, y él reinará por siempre y para siempre”.

Luego miré, y vi al Cordero en pie sobre el Monte de Sión. Y con él había 144:000 que tenían en sus frentes su nombre, y el nombre de su Padre.

Entonces los veinticuatro ancianos y las cuatro criaturas vivientes cayeron postrados y adoraron a Dios, que está sentado en el trono. “¡Amén! ¡Aleluya!” gritaban.

Entonces escuché lo que sonaba como el ruido de una gran multitud, como torrentes de agua y un gran trueno, que gritaba: “¡Aleluya! ¡Porque el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso reina!

La ciudad no necesita del sol o de la luna que brillen allí porque la gloria de Dios da la luz, pues el Cordero es su lámpara.

Y no habrá más noche, y no habrá necesidad de luz de una lámpara, o de la luz del sol, porque el Señor Dios les dará la luz. Y reinarán por siempre y para siempre.




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