La luna tendrá vergüenza y el sol ocultará su rostro abochornado, porque el Señor Todopoderoso reinará con gloria en el monte Sión y en Jerusalén en presencia de sus dirigentes.
En ese momento rugirán sobre su presa como el rugido del mar. Cualquiera que mire hacia la tierra sólo verá oscuridad y angustia; incluso la luz del sol se verá oscurecida por las nubes.
pero los que están contra él serán arrastrados por una gran inundación hasta ser destruidos. Él va tras sus enemigos hasta hacerlos llegar a la oscuridad de la muerte.
“Pero justo después de estos días de persecución, el sol se oscurecerá, la luna no brillará, las estrellas caerán del cielo, y las potencias del cielo se conmoverán.
El cuarto ángel hizo sonar su trompeta, y fueron heridas una tercera parte del sol, la luna y las estrellas, de modo que una tercera parte de ellos quedaron en oscuridad, y una tercera parte del día no tendría luz, igual que una tercera parte de la noche.