Señor, tú tienes la mano levantada, pero ellos no lo ven. Que vean tu apasionado compromiso por tu pueblo y se avergüencen; ¡que el fuego reservado para tus enemigos los destruya!
Los pecadores que viven en Sión tiemblan de miedo; los insensatos están aterrorizados. Preguntan: “¿Quién puede vivir con este fuego que lo consume todo? ¿Quién puede vivir entre este fuego eterno?”
una vez que el Señor haya lavado los excrementos de las hijas de Sión y haya limpiado las manchas de sangre de Jerusalén con un espíritu de juicio y un espíritu de fuego.
Así como el fuego quema los rastrojos y la hierba seca cae en las llamas, así sus raíces se descompondrán y sus flores se desintegrarán en polvo. Porque han rechazado la ley del Señor Todopoderoso, y han tratado con desprecio lo que el Santo de Israel ha dicho.
¡Cuidado con los que encienden el fuego, con los que levantan antorchas! Adelante, caminen a la luz de su propio fuego y de las antorchas que ustedes mismos han encendido. Esto es lo que recibirán de mí: Se irán a acostar en un lugar de sufrimiento.
Los que se dedican y se hacen puros para entrar en los jardines sagrados, para adorar al ídolo colocado en el centro, y para comer cerdo y alimañas y ratas y otras cosas repugnantes: todos ellos morirán juntos, dice el Señor.
Saldrán a ver los cadáveres de los que se rebelaron contra mí. Los gusanos que los comen no morirán, el fuego que los quema no se apagará, y todo el que los vea se horrorizará.
Descendientes de David, esto es lo que dice el Señor: Asegúrense de juzgar con justicia cada día. Protejan a los que son tratados injustamente de esa gente corrupta, pues de lo contrario, a causa de sus malas acciones, mi ira arderá como un fuego que no se puede apagar.
¡Tengan cuidado! Viene el día—ardiente como un horno—en el que los arrogantes y malvados serán quemados como la paja. Cuando llegue ese día, serán quemados por complete, desde la raíz hasta las ramas, dice el Señor Todopoderoso.
Y capturaron a la bestia, junto al falso profeta que hacía milagros en su presencia (por medio de los cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y los que adoraban su imagen). Ambos fueron lanzados vivos en el lago de fuego que arde con azufre.
Entonces el diablo, que los había engañado, fue lanzado en un lago de fuego y azufre, donde habían sido lanzados la bestia y el falso profeta, y sufrirán con agonía día y noche, por siempre y para siempre.
Cuando Sansón se acercó a Lejí, los filisteos corrieron hacia él, gritándole. Pero el Espíritu del Señor lo invadió, y las cuerdas que le ataban los brazos se debilitaron como el lino quemado, y sus manos se soltaron.