Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de encontrar a los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no estaban convencidos de que él realmente fuera discípulo.
Primero en Damasco, luego en Jerusalén y luego en toda Judea y también a los extranjeros les prediqué el mensaje de arrepentimiento: cómo deben volverse a Dios, demostrando su arrepentimiento por medio de sus acciones.
Después de que los discípulos fueron liberados, fueron donde estaban otros creyentes y les contaron todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
(Ese asunto solo surgió porque algunos falsos cristianos se habían infiltrado para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, tratando de convertirnos en esclavos.