Cuando las multitudes oyeron lo que Felipe decía y vieron los milagros que hacía, prestaron atención a lo que les estaba diciendo.
En ese momento el poder de Dios ayudaba a que el pueblo de Judá tuviera todos el mismo deseo de seguir las órdenes del rey y de sus funcionarios, tal como lo indicaba la palabra del Señor.
El sábado siguiente casi toda la ciudad se presentó para escuchar la palabra de Dios.
Y Simón también creyó y fue bautizado. Y acompañó a Felipe, sorprendido por las señales milagrosas y las maravillas que veía.
Felipe fue a la ciudad de Samaria, y les habló acerca del Mesías.
Y muchos fueron liberados de posesión de espíritus malignos que gritaban al salir, y muchos que estaban cojos o discapacitados fueron sanados.