Te manifestaste con señales y milagros contra el Faraón, todos sus funcionarios y todo el pueblo de su tierra, porque reconociste la arrogancia con que trataron a nuestros antepasados. Te creaste una maravillosa fama que la gente sigue reconociendo hasta el día de hoy.
Por cuarenta años estuve disgustado con esa generación, y dije, ‘Ellos son personas que me son desleales con sus pensamientos, y se rehúsan a seguir mis caminos’.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y durante toda la noche el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, y convirtió el fondo del mar en tierra firme. Así que el agua se dividió,
Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a la tierra en la que se asentarían; comieron maná hasta que llegaron a la frontera de Canaán.
Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Deja este lugar, tú y el pueblo que sacaste de Egipto, y ve a la tierra que prometí con juramento dar a Abraham, Isaac y Jacob, diciéndoles: ‘Daré esta tierra a tu descendencia’.
“Así que Dios desistió de ellos. Y los dejó adorar las estrellas del cielo. Esto es lo que escribieron los profetas: ‘¿Acaso ustedes los israelitas me dieron ofrendas o hicieron sacrificios para mi durante los cuarenta años en el desierto?
No será como el pacto prometido que hice con los ancestros cuando los llevé de la mano fuera de la tierra de Egipto. Porque ellos no cumplieron con su parte en la relación que habíamos acordado, y por eso los abandoné, dice el Señor”.