“Encontramos la prisión cerrada con llave y con guardias en sus puertas. Pero cuando les pedimos que nos abrieran, no encontramos a nadie adentro”.
Pero el que se sienta en el trono hasta se ríe. El Señor se ríe de ellos.
El Señor frustra los planes de las naciones y de los pueblos.
Toda la sabiduría, entendimiento e instrucción que puedas lograr no son nada delante del Señor.
¿Quién habló y llegó a existir? ¿No fue el Señor quien lo ordenó?
Ante esto, ellos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó de ellos y se fue del Templo.
Pero durante la noche, un ángel del Señor abrió las puertas de la prisión y los hizo salir.
Pero cuando los oficiales fueron a la prisión, no pudieron encontrarlos, así que regresaron y dijeron al concilio:
Así que cuando el capitán de la guardia del Templo y los jefes de los sacerdotes oyeron esto, quedaron totalmente desconcertados, y se preguntaban qué estaba sucediendo.