Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Siento pesar por estas personas, porque han estado conmigo por tres días y no tienen nada que comer. No quiero que se vayan con hambre, no sea que se desmayen por el camino”.
En la madrugada, Pablo exhortó a todos para que comieran algo: “Han pasado catorce días y no han comido nada porque han estado muy ocupados y angustiados”, les dijo.
Pero el pueblo le dijo a Saúl: “¿Tiene que morir Jonatán, el que logró esta gran victoria en Israel? ¡De ninguna manera! Juramos por la vida del Señor que ni un solo cabello de su cabeza caerá al suelo, pues fue con la ayuda de Dios que logró esto hoy”. El pueblo salvó a Jonatán, y éste no murió.