Y cuando Pablo se dio cuenta de que algunos miembros del concilio eran Saduceos y otros eran Fariseos, exclamó: “¡Hermano, yo soy Fariseo, hijo de un Fariseo! Estoy en este juicio por mi esperanza en la resurrección de los muertos”.
En lugar de ello surgieron controversias sobre asuntos religiosos, y sobre un hombre llamado Jesús, que estaba muerto, pero Pablo insistía en que estaba vivo todavía.
Él creará nuevamente nuestros defectuosos cuerpos humanos para que sean como su cuerpo glorioso, por medio del poder con el cual él controla todas las cosas.