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Referencias Cruzadas

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Hechos 23:1

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Entonces Pablo, mirando al concilio, dijo: “Hermanos, hasta ahora siempre me he conducido delante de Dios con una conciencia limpia”.

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17 Referencias Cruzadas  

Los malvados huyen, incluso cuando nadie los persigue, pero los justos tienen la audacia confiada de los leones.

Pero yo les digo: cualquiera que está enojado con su hermano será condenado como culpable. Cualquiera que llama a su hermano ‘idiota’ tiene que dar cuenta ante el concilio, y cualquiera que insulta a la gente, de seguro irá al fuego de Gehena”.

“Hermanos y padres”, dijo, “escuchen, por favor, pues presentaré ante ustedes mi defensa”.

Al día siguiente, queriendo descubrir la razón por la cual los judíos acusaban a Pablo, dio orden de que lo liberaran y lo llevaran ante los jefes de los sacerdotes y ante todo el concilio, al cual convocó para una reunión. Entonces mandó a traer a Pablo y que lo pusieran frente a ellos.

“Y como el sumo sacerdote y el concilio de anciano pueden verificar, recibí de ellos cartas de autorización dirigidas a los hermanos judíos en Damasco, y fui allí para arrestar a estas personas y traerlas como prisioneras a Jerusalén para darles castigo.

Así que ustedes y el concilio deben enviar la orden al comandante para que traiga a Pablo para reunirse con ustedes, como si quisieran estudiar su caso más detalladamente. Estamos listos para matarlo en el camino”.

“Los judíos han hecho un plan para pedirte que lleves a Pablo ante el concilio mañana como si quisieran hacer preguntas más detalladas sobre su caso”, le explicó.

Quise saber la razón de sus acusaciones, y por eso lo llevé ante el concilio.

Y cuando Pablo se dio cuenta de que algunos miembros del concilio eran Saduceos y otros eran Fariseos, exclamó: “¡Hermano, yo soy Fariseo, hijo de un Fariseo! Estoy en este juicio por mi esperanza en la resurrección de los muertos”.

Por ello trato de asegurarme de tener siempre una conciencia tranquila ante Dios y ante todos.

Y todos los que estaban sentados en el concilio miraban atentamente a Esteban, y su rostro brillaba como el rostro de un ángel.

No sé de nada que haya hecho mal, pero eso no me hace justo. Es el Señor quien me juzga.

Nos enorgullecemos en el hecho—y nuestra conciencia lo confirma—de que hemos actuado de manera apropiada con las personas, especialmente con ustedes. Hemos seguido los principios de Dios de santidad y sinceridad, no conforme a la sabiduría mundanal, sino por la gracia de Dios.

Pero sí hemos renunciado a los actos secretos y vergonzosos. No actuamos con engaño ni distorsionamos la Palabra de Dios. Nosotros demostramos lo que somos al revelar la verdad ante Dios, a fin de que todos puedan decidirse a conciencia.

Siempre pienso en ti y estoy muy agradecido con Dios, a quien sirvo así como lo hicieron mis ancestros, con una clara conciencia. Nunca te olvido en mis oraciones.

Por favor, oren por nosotros. Pues estamos seguros de que hemos actuado bien y con buena conciencia, procurando siempre hacer lo correcto en cada situación.

Asegúrense de tener una conciencia limpia, para que si alguno los acusa, sean avergonzados por hablar mal sobre la buena manera de vivir de ustedes, en Cristo.




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