Se paró frente a mí y me dijo: ‘Hermano Saulo, recobra tu vista’. Y en ese momento pude ver nuevamente, y lo miré.
Ya no es más un siervo, porque es más que un siervo. Es un hermano especialmente amado, principalmente para mí, e incluso más para ustedes, tanto como persona y también como hermano creyente en el Señor.