“David dice de él: ‘Vi al Señor siempre conmigo. No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
Porque él defiende al necesitado, y lo salva de aquellos que lo condenan.
El Señor permanece a tu lado para apoyarte; derribará a reyes en su ira.
Porque el rey confía en el Señor; se mantiene firme por el amor inefable del altísimo.
Cuando las cosas iban bien dije, “¡Nada me hará temblar!”
Él es el que me protege y me salva. Él me mantiene a salvo y por ello nunca estaré en peligro.
Él es mi protector y salvador. Me guarda y por ello nunca estaré en peligro.
Sin embargo, siempre estoy contigo, y tú sostienes mi mano.
Porque yo, el Señor, te cogeré de la mano y te diré: “¡No tengas miedo! Yo mismo te ayudaré.
Ambos hacían lo que era recto delante de Dios, y eran cuidadosos en seguir los mandamientos del Señor y las normas.
“Se acerca el momento—de hecho está a punto de ocurrir—cuando ustedes se separarán; cada uno de ustedes irá a su propia casa, dejándome solo. Pero yo no estoy realmente solo, porque el Padre está conmigo.
¡Con razón mi corazón está contento, y mi lengua grita sus alabanzas! Mi cuerpo descansa en esperanza.