Dios, sabiendo de antemano lo que sucedería, siguió su plan y resolvió entregarlo en manos de ustedes. Por mano de hombres malvados, ustedes lo mataron, clavándolo en una cruz.
El Señor responde: “¿No te has enterado? Lo decidí hace mucho tiempo; lo planeé en los viejos tiempos. Ahora me estoy asegurando de que ocurra, de que derribes las ciudades fortificadas hasta convertirlas en montones de escombros.
Todos los que viven en la tierra son como nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre las huestes celestiales y entre los que viven en la tierra. Nadie puede retenerlo de lo que hace, ni preguntarle: “¿Qué haces?” .
“El Hijo del hombre morirá tal como fue profetizado acerca de él, pero ¡qué desgracia vendrá sobre el hombre que entregue al Hijo del hombre! ¡Habría sido mejor que nunca hubiera nacido!”
Entonces ellos se dijeron unos a otros: “No la botemos, sino decidamos quién se quedará con ella lanzando un dado”. Esto cumplía la Escritura que dice: “Dividieron mis vestidos entre ellos y lanzaron un dado por mis vestiduras”.
La gente que vivía en Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras que los profetas habían dicho y que leen cada sábado. ¡De hecho, ellos mismos cumplieron las palabras proféticas al condenarlo!
“¿Acaso no les dimos orden de no enseñar en este nombre?” preguntó el Sumo Sacerdote, con tono exigente. “¡Miren, han saturado a toda Jerusalén con su enseñanza, y ahora ustedes tratan de culparnos por la muerte de él!”
¿Hubo acaso algún profeta que sus padres no persiguieran? Mataron a todos los que profetizaban sobre la venida de Aquél que es verdaderamente bueno y recto. Él es Aquél a quien ustedes traicionaron y asesinaron.
Aquellos que pecan aunque no tienen la ley escrita están perdidos, pero aquellos que pecan y sí tienen la ley escrita, serán condenados por esa misma ley.
Como dice la Escritura: “Yo te he hecho el padre de muchas naciones”. Porque en presencia de Dios, Abraham creyó en el Dios que hace resucitar a los muertos y trajo a la existencia lo que no existía antes.
Ustedes fueron elegidos por Dios, el Padre, en su sabiduría, y son un pueblo santo por el Espíritu, que obedece a Jesucristo y que está rociado con su sangre. Tengan gracia y paz cada vez más.
es “La piedra que hace tropezar y los hace caer”. La gente tropieza con este mensaje porque se niegan a aceptarlo, lo cual es completamente predecible en cuanto a ellos.
Pues algunos se han infiltrado entre ustedes. Ya antes se escribió acerca de ellos y fueron condenados, porque son personas malvadas que pervierten la gracia de Dios, convirtiéndola en una licencia para la inmoralidad, mientras que también niegan a nuestro Señor y maestro Jesucristo.
Y todos los habitantes de la tierra le adorarán, aquellos cuyos nombres no habían sido escritos en el libro de la vida, el libro que pertenece al Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.