Y haré maravillas arriba en los cielos y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y nubes de humo.
Ese día no habrá frío ni heladas.
“A menos que vean señales y milagros, ustedes no creerán realmente en mi”, dijo Jesús.
En esos días derramaré mi Espíritu sobre mis siervos —hombres y mujeres por igual— y profetizarán.
El sol se oscurecerá, y la luna se pondrá roja como la sangre antes de que llegue el día grande y glorioso del Señor.
“Pueblo de Israel, escuchen esto: como bien lo saben, Jesús de Nazaret fue un hombre confirmado por Dios ante ustedes por medio de los milagros poderosos y las señales que Dios hizo por medio de él.