Pero sucedió que una gran hambruna había azotado esta tierra. De modo que Abrán siguió hacia Egipto, con planes de vivir allí, pues la hambruna era muy severa.
En todas las provincias y en todas las ciudades, dondequiera que la orden y el decreto del rey habían llegado, los judíos estaban alegres y felices; hacían fiestas y celebraciones. Mucha gente se hizo judía, porque les habían cogido miedo.
¡Caballos, a la carga! ¡Carros, avancen como locos! Hagan avanzar a la infantería: soldados de Etiopía y de Put llevando sus escudos, arqueros de Lidia con sus arcos.
Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab y todos los pueblos del desierto que se cortan el pelo a los lados de la cabeza: todas estas naciones son incircuncisas, y todos los israelitas son incircuncisos espirituales.
Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: En ese tiempo diez hombres de diferentes naciones e idiomas sujetarán el dobladillo de la capa de un hombre judío y rogarán: “Por favor, llévanos contigo, porque hemos escuchado que Dios está contigo”.
¡Qué desastre viene sobre ustedes, maestros religiosos y Fariseos hipócritas! Porque ustedes viajan por tierra y mar para convertir a un solo individuo, y cuando lo convierten, lo convierten dos veces más en un hijo de Gehena como lo son ustedes.
Obligaron a un hombre que pasaba por allí, llamado Simón de Cirene, quien venía del campo, para que cargara la cruz de Jesús. Simón era el Padre de Alejandro y Rufo.
Pero cuando algunos de ellos que eran de Chipre y Cirene llegaron a Antioquía, comenzaron a predicar la buena noticia también a los griegos, hablándoles acerca del Señor Jesús.
La iglesia de Antioquía tenía profetas y maestros: Bernabé, Simón (llamado el Negro), Lucio de Cirene, Manaén (amigo de la infancia de Herodes, el tetrarca), y Saulo.
Después de reunirse en la sinagoga, muchos de los judíos y conversos al judaísmo siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablaban con ellos, animándolos a seguir firmes en la gracia de Dios.
(Todos los atenienses, incluyendo a los extranjeros que vivían allí, pasaban todo el tiempo sin hacer nada más que explicar o escuchar sobre cosas nuevas).
y allí conoció a un judío llamado Aquila. Este era de Ponto, y acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila porque Claudio había deportado a todos los judíos expulsados de Roma. Y Pablo fue a verlos,
Después de esto, durante la noche, el Señor se puso en pie junto a Pablo y le dijo: “¡Ten valor! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así mismo deberás hacerlo en Roma”.
Y cuando ciertos creyentes de roma oyeron que habíamos llegado, fueron a encontrarse con nosotros en Foro de Apio y las Tres Tabernas. Y cuando Pablo los vio, agradeció a Dios y se sintió animado.
Todos estuvieron contentos con este acuerdo, y eligieron a Esteban, (un hombre lleno de fe en Dios y del Espíritu Santo), Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas, and Nicolás, (quien era originalmente un judío de Antioquía que se había convertido).
Pero algunos comenzaron a discutir con él. Eran de la sinagoga llamada “de los libertos”, y también había algunos de Cirene, Alejandría y gente de Cilicia y de Asia menor.
Les escribo a todos ustedes que están en Roma, que son amados de Dios y están llamados para ser su pueblo especial. ¡Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo!
Sus cuerpos muertos yacerán a las afueras de la gran ciudad, que se llama Sodoma y Egipto, en simbología espiritual, también es el sitio donde el Señor fue crucificado.