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Referencias Cruzadas

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Hechos 14:1

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En Iconio ocurrió lo mismo: Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga judía y hablaron con tanta seguridad que muchos adoradores, tanto de habla griega como judíos, creyeron en Jesús.

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33 Referencias Cruzadas  

La mujer era griega, nacida en Sirofenicia. Ella le rogó a Jesús que sacara ese demonio de su hija.

Sucedió que unos griegos habían venido a adorar durante la fiesta.

Los judíos se decían unos a otros: “¿A dónde irá que no podremos encontrarlo? ¿Acaso está planeando irse donde están las personas dispersas entre los extranjeros, y les enseñará a ellos?

Y el poder del Señor estaba con ellos y una gran cantidad de gente creyó en el Señor y se convirtió a él.

Después de reunirse en la sinagoga, muchos de los judíos y conversos al judaísmo siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablaban con ellos, animándolos a seguir firmes en la gracia de Dios.

Entonces Pablo y Bernabé hablaron con firmeza, diciendo: “Primero teníamos que predicarles la palabra de Dios a ustedes. Pero ahora que la han rechazado, ustedes están determinando que no son dignos de la vida eterna. Pues ahora predicaremos a los extranjeros.

Al llegar a Salamis, proclamaron la palabra de Dios en las sinagogas judías. Y Juan estaba con ellos como asistente.

Entonces Pablo y Bernabé sacudieron el polvo de sus pies hacia ellos en señal de protesta, y se fueron a Iconio.

Pero entonces ciertos judíos de Antioquía e Iconio llegaron y se ganaron la simpatía de la multitud. Y apedrearon a Pablo, y lo arrastraron hasta las afueras de la ciudad, pensando que estaba muerto.

Pero los judíos que se negaron a creer en Jesús provocaron sentimientos negativos en los extranjeros, y difamaban de los creyentes delante de ellos.

Y después de predicar la buena noticia con las personas de esa ciudad, y después de que muchos se convirtieran en creyentes, regresaron a Listra, Iconio y Antioquía.

Entonces Pablo fue primero a Derbe, y luego a Listra, donde conoció a un creyente llamado Timoteo. Este era el hijo de una madre cristiana judía, y su padre era griego.

Y los hermanos en Listra e Iconio hablaron bien de él.

Como resultado de esto, muchos se convirtieron en creyentes, así mismo algunas mujeres y hombres griegos que tenían cargos importantes.

Él debatía en la sinagoga con los judíos y con los adoradores de Dios, así como también lo hacía en las plazas del mercado con los que se encontraba cada día.

Y algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, junto con muchos adoradores griegos y algunas mujeres influyentes de la ciudad.

Y Pablo debatía en la sinagoga cada sábado, convenciendo tanto a griegos como a judíos.

Crispo, líder de la sinagoga, creía en el Señor y también toda su casa. Y muchas personas de Corinto que escucharon el mensaje se convirtieron en creyentes y fueron bautizados.

Así sucedió durante los siguientes dos años, logrando que todos los que vivían en la provincia de Asia, tanto judíos como griegos, escucharan la palabra del Señor.

Las personas que vivían en Éfeso, tanto judíos como griegos, oyeron sobre esto. Y todos estaban asombrados por lo que había sucedido, y el nombre del Señor Jesús recibió grande respeto.

Entonces Pablo fue a la sinagoga y durante los siguientes tres meses habló de forma clara a los que estaban allí, debatiendo con ellos y tratando de convencerlos acerca del mensaje del reino de Dios.

Cada día el Señor agregaba al grupo aquellos que iban siendo salvos.

Fui testigo tanto para judíos como para griegos de que era necesario arrepentirse y volverse a Dios, y creer en nuestro Señor Jesucristo.

“¡Hombres de Israel, vengan a ayudarnos!” gritaron. “Este es el hombre que está enseñando por todas partes para que se opongan a nuestro pueblo, a la Ley y al Templo. Además ha traído griegos al Templo, contaminando este lugar santo”.

Entonces comenzó de inmediato a predicar en las sinagogas, diciendo: “Jesús es el Hijo de Dios”.

Sin lugar a dudas, no me avergüenzo de la buena noticia, porque es poder de Dios para salvar a todos los que creen en él, primero a los judíos, y luego a todos los demás también.

No hay diferencia entre judío y griego, porque el mismo Señor es Señor de todos, y da generosamente a todos los que le piden.

Pero sucedió que estando allá nadie insistió en que Tito, quien iba conmigo, fuera circuncidado, aunque él era griego.

Ya no hay más judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer, pues ustedes todos son uno en Cristo Jesús.

En esta nueva situación no hay griego ni judío, no hay circuncisos o incircuncisos, extranjeros, bárbaros, esclavos o libres, pues Cristo es todo, y él vive en todos nosotros.

y cuánto he sufrido y he sido perseguido. Ya sabes lo que me sucedió en Antioquía, en Iconio y Listra, y las persecuciones que tuve y cómo el Señor me rescató de todas esas cosas.




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