Estén felices, muy felices, porque recibirán una gran recompensa en el cielo—pues ellos persiguieron de esa misma manera a los profetas que vinieron antes de ustedes.
Día tras día siguieron reuniéndose en el Templo, y comían juntos en sus casas. Disfrutaban de las comidas con humildad y alegría. Alababan a Dios, y todos pensaban bien de ellos.
Cuando terminaron de orar, la edificación donde estaban reunidos tembló. Y todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y predicaban con valor la palabra de Dios.
¡Que el Dios de esperanza los llene por completo de todo gozo y paz, como sus creyentes, a fin de que puedan rebosar de esperanza por el poder del Espíritu Santo!
No solo esto, sino que mantenemos la confianza cuando vienen los problemas, porque sabemos que experimentar dificultades desarrolla nuestra fortaleza espiritual.
Ustedes fueron imitadores de nosotros y de Dios cuando recibieron el mensaje, pues a pesar de sus problemas experimentaron el gozo que viene del Espíritu Santo.