Y ahora que Pedro estaba consciente de lo que había sucedido, fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos. Y muchos creyentes se habían reunido allí y estaban orando.
Algún tiempo después, Pablo le dijo a Bernabé: “Regresemos y visitemos a los creyentes de cada ciudad donde hemos predicado la palabra de Dios, y veamos cómo están”.
Y cuando empezó a soplar un viento moderado, pensaron que podían hacer lo que habían planeado. Entonces elevaron el ancla y navegaron por la orilla a lo largo de la costa de Creta.
Aristarco, quien está aquí conmigo en la prisión, les manda sus mejores deseos; del mismo modo Marcos, el primo de Bernabé (ya ustedes han recibido instrucciones para recibirlo si llega a visitarlos),