Así que Pedro lo siguió hasta afuera. Y no se daba cuenta de que lo que el ángel hacía estaba sucediendo en realidad, pues pensaba que estaba teniendo una visión.
“¡José sigue vivo!” le dijeron. “¡Es verdad, y él es el gobernante de todo el país de Egipto!” Jacob se quedó atónito con la noticia, ¡no podía creerlo!
Mientras Pedro aún estaba perturbado por saber qué significaba aquella visión que había tenido, los hombres enviados por Cornelio habían encontrado la casa de Simón y estaban en pie frente a la puerta.
Un día, cerca de las 3 p.m. Cornelio tuvo una visión en la que vio claramente a un ángel de Dios que venía hacia él y lo llamaba, diciendo: “¡Cornelio!”
“Mientras estaba en la ciudad de Jope y oraba, estando en trance vi una visión. Algo que parecía como una gran sábana era bajada por sus cuatro extremos desde el cielo, y bajó hacia mí.
En Damasco vivía un seguidor de Jesús. Su nombre era Ananías, y el Señor le habló en una visión. “¡Ananías!” llamó el Señor. “Estoy aquí, Señor”, respondió Ananías.