Y ahora que Pedro estaba consciente de lo que había sucedido, fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos. Y muchos creyentes se habían reunido allí y estaban orando.
Entonces Pablo y Silas salieron de la cárcel y se fueron a la casa de Lidia. Allí se encontraron con los creyentes, los animaron y siguieron su camino.
Después de que los discípulos fueron liberados, fueron donde estaban otros creyentes y les contaron todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
Aristarco, quien está aquí conmigo en la prisión, les manda sus mejores deseos; del mismo modo Marcos, el primo de Bernabé (ya ustedes han recibido instrucciones para recibirlo si llega a visitarlos),