Entonces los creyentes judíos que habían venido con pedro estaban asombrados, porque el don del Espíritu Santo también había sido derramado sobre los extranjeros.
Entonces llegaron unos hombres de Judea que comenzaron a enseñarles a los creyentes, y les decían “A menos que estén circuncidados conforme a las normas establecidas por Moisés, no podrán salvarse”.
Pero sufrieron oposición de parte de algunos de los creyentes que pertenecían a la división de los Fariseos. Ellos decían: “Estos conversos tienen que circuncidarse e instruirse para que observen la ley de Moisés”.
y Jesús—también llamado Justo—quienes son los únicos judíos cristianos entre los que trabajan conmigo aquí por el reino de Dios, y son hombres que han sido de gran ayuda para mí.