“En ese tiempo, descenderá vino nuevo de las montañas, y las colinas producirán leche, y los cauces de Judá tendrán agua. Una fuente fluirá del Templo y regará el Valle de Sitín.
“Sí, yo los bautizo en agua para mostrar arrepentimiento, pero después de mi viene uno que es más grande que yo. Yo no soy siquiera digno de quitar sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
Juan respondió y les explicó a todos: “Sí, yo los bautizo en agua. Pero el que viene es más importante que yo, y yo no soy digno siquiera de desabrochar su calzado. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
Yo no lo habría conocido si no fuera porque el que me envió a bautizar con agua me había dicho: ‘Aquél sobre el cual veas descender el Espíritu y posarse sobre él, ese es quien bautiza con el Espíritu Santo’.
Porque fue por medio de un Espíritu que todos fuimos bautizados en un cuerpo. No importa si somos judíos o griegos, esclavos o libres. A todos se nos dio a beber del mismo Espíritu.