y vio el cielo abierto. También vio que algo descendía y era como una sábana grande que estaba sostenida por sus cuatro esquinas, y descendía hacia la tierra.
“Mientras estaba en la ciudad de Jope y oraba, estando en trance vi una visión. Algo que parecía como una gran sábana era bajada por sus cuatro extremos desde el cielo, y bajó hacia mí.
Sin lugar a dudas, no me avergüenzo de la buena noticia, porque es poder de Dios para salvar a todos los que creen en él, primero a los judíos, y luego a todos los demás también.
Ellos son mis hermanos de raza, los israelitas, el pueblo escogido de Dios. Dios les reveló su gloria e hizo tratados con ellos, dándoles la ley, el verdadero culto, y sus promesas.
En esta nueva situación no hay griego ni judío, no hay circuncisos o incircuncisos, extranjeros, bárbaros, esclavos o libres, pues Cristo es todo, y él vive en todos nosotros.
Entonces se abrió el Templo de Dios en el cielo, y el arca del pacto se podía ver dentro de su Templo. Y hubo rayos y relámpagos, truenos, un terremoto y una granizada.
Y vi que el cielo se abrió. Y había allí un caballo blanco. El que lo cabalgaba se llamaba Fiel y Verdadero. Él es justo en su juicio, y es recto al hacer la guerra.
Después de esto vi una puerta que se había abierto en el cielo. Y la voz que yo había escuchado antes, la que sonaba como una trompeta, me dijo: “Sube aquí, y te mostraré lo que ocurrirá después”.