Se dividieron echando suertes, sin preferencia, porque había oficiales del santuario y oficiales de Dios tanto de los hijos de Eleazar como de los hijos de Itamar.
“Hemos repartido por sorteo entre los sacerdotes, los levitas y el pueblo, para determinar quiénes traerán leña al Templo de nuestro Dios para quemarla en el altar del Señor, nuestro Dios, en determinados momentos del año, como lo exige la Ley.
Los líderes del pueblo ya vivían en Jerusalén. El resto del pueblo echó suertes para que uno de cada diez viniera a vivir a Jerusalén, la ciudad santa, mientras que los otros nueve se quedarían en sus propias ciudades.
Entonces los marineros dijeron entre sí: “Echemos suertes para descubrir quién es el culpable de este desastre que ha venido sobre nosotros”. Así que echaron suertes y salió el nombre de Jonás.
“Después de haber derrocado a siete naciones que vivían en la tierra de Canaán, Dios dividió su tierra entre los Israelitas y se las dio como heredad. Esto tomó cerca de cuatrocientos cincuenta años.
Entonces Pedro se puso en pie con los otros once discípulos y habló en voz alta: “¡Hermanos judíos y todos los que viven aquí en Jerusalén: préstenme atención y les explicaré todo esto!
w donde Josué les echó suertes en presencia del Señor. Allí Josué dividió la tierra y asignó las diferentes partes a las tribus israelitas que quedaban.