Cada uno agarró la cabeza de su adversario y le clavó la espada en el costado, de modo que todos cayeron muertos juntos. Por eso este lugar de Gabaón se llama el Campo de las Espadas.
Y el Señor me dijo: “Echa el dinero en la tesorería”, esa miserable suma que pensaron que pagaba mi precio. Así que tomé las treinta piezas de plata y las lanzó en la tesorería del Templo del Señor.
“Pueblo de Israel, escuchen esto: como bien lo saben, Jesús de Nazaret fue un hombre confirmado por Dios ante ustedes por medio de los milagros poderosos y las señales que Dios hizo por medio de él.
Entonces el comandante le dio permiso para hablar. Así que Pablo se puso en pie en las escaleras e hizo señal para que hicieran silencio. Cuando todo estuvo en silencio, comenzó a hablarles en arameo.