Por fe en Dios vivió en la tierra prometida, pero como extranjero, viviendo en tiendas junto a Isaac y Jacob, quienes participaron con él al ser herederos de la misma promesa.
Y entonces se mudó hacia la región montañosa, al oriente de Betel y armó su campamento allí. Betel estaba en el occidente Ay quedaba en el oriente. Abrán construyó allí un altar al Señor y lo adoró.
Abraham se apresuró a la tienda y le dijo a Sara: “¡Apresúrate! Prepara pan con tres medidas grandes de la mejor harina. Amasa la masa y prepara el pan”.
“Yo soy un extranjero, un extraño que vive entre ustedes”, les dijo. “Por favor, permítanme comprar un lugar de sepultura para que pueda sepultar a mi difunta esposa”.
Estos dos hijos de Isaac crecieron, y Esaú se convirtió en un cazador de gran talento en el campo. Jacob era tranquilo y se quedaba en casa, en las tiendas.
Que Dios te concede a ti y a tus descendientes la misma bendición que le dio a Abraham, para que poseas la tierra en la que eres extranjero, la tierra que Dios le dio a Abraham”.
“He estado andando de aquí para allá durante 130 años”, respondió Jacob. “Mi vida ha sido corta y difícil; no he vivido tanto como mis antepasados que también vagaban de un lugar a otro”.
No construyan nunca casas, ni siembren cosechas, ni planten viñedos. No lo hagan. En cambio, vivan siempre en tiendas para que tengan una larga vida mientras se desplazan de un lugar a otro del país’.