Como se menciona arriba: “No quisiste sacrificios ni ofrendas. Las ofrendas quemadas y los sacrificios por el pecado no te agradaron”, (aunque eran ofrecidos conforme a los requisitos de la ley).
Debemos amarlo con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento, y con toda nuestra fuerza, y debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto es mucho más importante que las ofrendas y los sacrificios”.
Lo que la ley no pudo hacer porque no tenía el poder para hacerlo debido a nuestra naturaleza pecaminosa, Dios pudo hacerlo. Al enviar a su propio Hijo en forma humana, Dios se hizo cargo del problema del pecado y destruyó el poder del pecado en nuestra naturaleza humana pecaminosa.