De otro modo ¿no se habrían detenido los sacrificios? Si los adoradores hubieran sido limpiados una vez y para siempre, nunca más habrían tenido conciencias culpables.
Tan lejos como el este está del oeste es como el Señor ha echado fuera nuestros pecados.
Yo, sí, soy el Dios que borra tus pecados por ser quien soy, y que ya no se acuerda de tus pecados.
He borrado tus actos de rebeldía como si fueran una nube, tus pecados como si fueran la niebla. Vuelve a mí, porque te he liberado.
Tú tendrás compasión de nosotros nuevamente. Tu pisotearás nuestros pecados, y los lanzarás al fondo del mar.
Y en cuanto a ti, porque mi acuerdo contigo, sellado con sangre, te liberaré del pozo seco.
“Nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades”.
Porque en esto consiste la gracia: soportar el dolor de la vida y el sufrimiento injusto, pero manteniendo la mente enfocada en Dios.