Cuando le dijeron a Jacob: “Tu hijo José ha venido a verte”, reunió sus fuerzas y se sentó en la cama.
Algún tiempo después de esto, le dijeron a José: “Tu padre está enfermo”. Así que José fue a verlo, llevándose a sus dos hijos Manasés y Efraín.
Jacob le dijo a José: “El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en el país de Canaán, y me bendijo allí.
Entonces les expliqué lo bueno que había sido Dios conmigo y lo que me había dicho el rey. “Pongámonos a reconstruir”, respondieron, y se pusieron a trabajar con entusiasmo.
El Señor cuidará de ellos cuando estén enfermos; los hará recuperarse de su enfermedad.
Hijo mío, si piensas con sabiduría me harás feliz;
Por último, manténganse firmes en el Señor, y en su poder.
En vez de eso, pon a Josué a cargo porque es él quien cruzará, guiando al pueblo y ayudándoles a apoderarse de la tierra que ves. Anímalo y apóyalo”.
El hijo de Saúl, Jonatán, fue a ver a David a Horesh y lo animó a seguir confiando en Dios, diciéndole: