José también envió a su padre lo siguiente: diez asnos que llevaban las mejores cosas de Egipto, y diez asnas que llevaban el grano y el pan y los suministros necesarios para el viaje de su padre.
Entonces el siervo preparó diez camellos de su señor para llevar todo tipo de regalos de parte de Abraham y se fue hacia la ciudad de Nacor, en Aram-Najaraim.
“Si tiene que ser así, entonces esto es lo que harán”, respondió Israel. “Llévense lo mejor que produce nuestro país. Empaquen sus bolsas con regalos para este hombre: bálsamo, un poco de miel, especias, mirra, pistachos y almendras.
“¡El Señor debería habernos matado en Egipto!” les dijeron los israelitas. “Al menos allí podíamos sentarnos junto a ollas de carne y comer pan hasta que estuviéramos llenos. ¡Pero tenías que traernos a todos aquí en el desierto para matarnos de hambre!”