Entonces Dios le dijo a Jacob: “Prepárate para ir a Betel y vivir allí. Construye allí un altar a Dios, que se te apareció cuando estabas huyendo de tu hermano Esaú”.
Y entonces se mudó hacia la región montañosa, al oriente de Betel y armó su campamento allí. Betel estaba en el occidente Ay quedaba en el oriente. Abrán construyó allí un altar al Señor y lo adoró.
Yo soy el Dios de Betel, donde echaste el aceite de oliva sobre el pilar de piedra y me hiciste una promesa solemne. Ahora prepárate para salir de esta tierra, y devuélvete a la tierra de tus padres’”.
Cuando el Faraón se enteró, trató de mandar a matar a Moisés, pero Moisés huyó del Faraón y se fue a vivir a Madián. Un día, mientras estaba sentado junto a un pozo,
¡Mira! Viene un mensajero desde las montañas y trae las buenas nuevas, proclamando paz. Celebra, Judá, tus festivales religiosos y guarda tus votos, porque los enemigos malvados no invadirán tu tierra nunca más. Serán destruidos por completo.
El Señor va a reivindicar a su pueblo; será misericordioso con sus siervos cuando vea que no les quedan fuerzas y que todos se han ido, ya sean esclavos o libres.
“Saldrás de allí y seguirás hasta la encina de Tabor, donde te encontrarás con tres hombres que van a adorar a Dios en Betel. Uno llevará tres cabritos, otro llevará tres panes y otro llevará un odre de vino.