Puedes poner el precio de la novia tan alto como quieras, y yo lo pagaré junto con todos los regalos que daré. Sólo déjame tener a la chica para poder casarme con ella”.
Entonces David envió mensajeros para decirle a Isboset, hijo de Saúl: “Devuélveme a mi mujer Mical; pagué por ella una dote de cien prepucios filisteos”.
Los sirvientes de Saúl hablaron en privado con David, pero él respondió: “¿Creen que no es nada hacerse yerno del rey? Soy un hombre pobre y no soy importante”.